JUGUETES CONECTADOS: EL LADO OSCURO DE LA DIVERSIÓN TECNOLÓGICA PARA LA INFANCIA
La llegada de las festividades navideñas y de Reyes Magos se convierte en el momento perfecto para regalar a los más pequeños juguetes conectados a la red. Estos dispositivos, que combinan diversión y tecnología, parecen cumplir con las expectativas tanto de niños como de sus familias. Sin embargo, detrás de la aparente inocuidad de estos productos, se esconden riesgos importantes que los padres deben conocer y gestionar. La ciberseguridad se convierte en un factor clave, no solo para garantizar el disfrute, sino también para proteger la privacidad y la seguridad de los menores y de las familias.
El análisis del INCIBE: una radiografía de los ciberriesgos.
El Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) ha puesto el foco en esta problemática. Basándose en los principios de la nueva Ley de Ciberresiliencia (CRA) de la Unión Europea, que entró en vigor en diciembre de 2024, el INCIBE ha evaluado 26 juguetes conectados, de los más populares entre los menores. Este análisis reveló importantes vulnerabilidades relacionadas con la conectividad wifi y Bluetooth, aplicaciones móviles asociadas y configuraciones por defecto inseguras.
Por ejemplo, algunos juguetes permiten la transmisión de datos sensibles como contraseñas debido a configuraciones iniciales poco robustas. Otros presentan carencias en actualizaciones de seguridad, lo que los convierte en puertas de entrada para ciberdelincuentes interesados en acceder a la red doméstica. Estas debilidades, combinadas con la capacidad de ciertos dispositivos para grabar audio o video, elevan los riesgos de uso indebido.
Amenazas reales en juguetes conectados.
La vulnerabilidad de los juguetes conectados no solo afecta a los dispositivos en sí, sino que también puede comprometer toda la red doméstica. Por ejemplo, un ciberdelincuente podría acceder a un coche teledirigido conectado, y desde ahí, entrar a ordenadores, tablets o incluso cámaras de seguridad del hogar. Esto demuestra que no se trata únicamente de proteger un juguete, sino de blindar el entorno tecnológico de la familia.
Recomendaciones para padres y fabricantes.
Para minimizar riesgos, el INCIBE y la Ley de Ciberresiliencia instan a los fabricantes a cumplir con altos estándares de seguridad. Paralelamente, ofrecen a las familias una serie de pautas esenciales:
- Configuración segura: Cambiar contraseñas predeterminadas por otras robustas, desactivar funciones innecesarias como el emparejamiento automático por Bluetooth y conectar los juguetes solo a redes wifi confiables.
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Actualizaciones frecuentes: Asegurarse de que los dispositivos cuentan con las últimas actualizaciones de seguridad proporcionadas por los fabricantes.
- Supervisión activa: Limitar el acceso a Internet de los juguetes, bloquear cámaras y micrófonos cuando no se usen y utilizar controles parentales.
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Revisión previa a la compra: Consultar si el juguete cumple con certificaciones de ciberseguridad y leer las reseñas de otros consumidores.
- Atención a la privacidad: Analizar las políticas de privacidad para conocer qué datos se recopilan, con qué fines y cómo se gestionan, asegurándose de que existe la opción de revocar esta información.
Los juguetes conectados ofrecen oportunidades únicas para el aprendizaje y la diversión, pero es imprescindible que las familias sean conscientes de los riesgos inherentes. Configurar los dispositivos de forma segura, supervisar su uso y optar por productos que cumplan con los estándares de ciberseguridad son pasos necesarios para proteger a los menores. En esta era tecnológica, no solo se trata de regalar entretenimiento, sino también de garantizar un entorno seguro donde los niños y sus familias puedan disfrutar sin preocupaciones.
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